8M – Valentina: “Cuando los hombres dicen que se van a hacer mujeres para tener privilegios, me gustaría saber a qué privilegios se refieren”

Día internacional de la mujer 8M

Era 2016 cuando Valentina, junto con su amiga Olalla, pasaba las tardes en la plaza de Pedro Zerolo con un carrito, un altavoz y una lista de tangos para reproducir. Ambas adoraban el baile, el icono argentino en concreto, pero lo sentían como una danza machista, cerrada, patriarcal y con valores anticuados con los que las personas LGTBIQ+ no se sentían ni cómodas ni representadas. Así nacieron los eventos de tango queer. En aquel momento, Valentina tenía 18 años.

 

A esa edad fue cuando su familia le “invitó a salir de casa”. Hacía años que manifestaban su inconformidad con la identidad de su hija, lo que había derivado en numerosas situaciones de violencia intrafamiliar. Quizás la primera de otras muchas violencias que ha sufrido a lo largo de su vida. Es argentina -aunque ha vivido prácticamente toda su vida en España- y está terminando sus estudios de somelier -algo que compagina con su trabajo como administrativa en una entidad financiera-. En aquel momento su residencia le permitía vivir y estudiar aquí, pero no trabajar, por lo que se vio en la calle, sin la documentación necesaria, sin dinero y sin vivienda. Siendo mujer, migrante y trans. “Imagínate”, reconoce con una sonrisa irónica.

 

Se mudó a Lavapiés y vivió en una casa ocupada con otras cuatro mujeres. Estando allí comenzó a tener contacto con el movimiento transfeminista de Madrid y con ellas aprendió que lo que ella había hecho hasta ese momento ya era en sí una manera de hacer activismo. “Romper con lo establecido, priorizarme, eso ya me convirtió en activista”, asegura. Junto a sus compañeras de casa tomó conciencia social. “Ya no era yo solo contra el mundo, había otras compañeras y entendí que lo que yo sufría lo sufren todas las mujeres por diferentes razones. Al final todas habíamos sufrido violencia por el hecho de ser mujeres”, añade Valentina.

 

Llegó a Rescate a través de una conocida y desde hace meses acude a las sesiones de acompañamiento psicológico a las que está muy agradecida. Tras un encuentro familiar en el que se vivieron momentos de gran tensión, decidió pedir ayuda. “Lo más importante para mí en ese momento era mi estabilidad emocional. Estaba tan jodida…”. Una amiga le habló de Sabina, el proyecto de ONG Rescate para la prevención y acompañamiento a mujeres migrantes extracomunitarias que hayan vivido, estén viviendo o puedan llegar a vivir alguna violencia asociada al género. Tras algunos meses de terapia afirma que “me está yendo muy bien, estoy aprendiendo a identificar muchas cosas y a poner mis límites”. “Ahora me encuentro más o menos”, confiesa. La propia respuesta dice mucho, y es porque sabe que el camino es largo.

 

Hablamos con ella con motivo del 8 de Marzo, el Día de las Mujeres, y aprovechando que el pasado jueves entró en vigor la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, conocida como ‘Ley trans’.

 

Día internacional de la mujer 8M entrevista

 

¿Cómo acoges esta ley? 

 

Me parecía que ya era hora de que llegara. Hacía mucho tiempo que no entendía cómo alguien podía cambiar su nombre de pila, pero no el sexo en el DNI. Era absurdo que se necesitase una prescripción psiquiátrica o pasar por un tratamiento hormonal por el que mucha gente libremente puede decidir no pasar. ¿De verdad era necesaria toda esa burocracia para poder hacer algo tan digno y humano como es permitirle a la persona que tenga la identidad que siente? Los detractores de todas las leyes siempre van a existir, que si la edad, que si el consentimiento… pero esta ley lo único que hace es facilitarles la vida a las personas y garantizar sus derechos. Imagínate lo que tiene que ser para alguien, por ejemplo, que para acceder a un alquiler te pidan sus presentar tus nóminas… y que tu DNI no reconozca la persona que eres.

 

Al respecto de eso, el primer día que se abrieron los registros, en una entrevista en el diario El País una mujer decía que “La vida es insufrible con el DNI mal puesto”.

 

Es exactamente eso. Hace años fui a varias manifestaciones en las que me llevaron detenida y en aquel momento no tenía la documentación cambiada. La discriminación fue horrorosa, sufrí maltrato y violencia institucional. Y pese a todo, no hace tanto que las personas eran detenidas solo por no vestir como se esperaba de ellas. A ellas le debemos mucho y ahora somos nosotras, nosotros y nosotres quienes tenemos que luchar por garantizar los derechos de las generaciones que vendrán.

 

En el mismo reportaje, otra mujer aseguraba que “Yo nunca he tenido la necesidad de ir a un psicólogo para saber quién soy”. 

 

Desde luego, lo que no necesitamos son las trabas en el sistema o que la gente ponga más trabas aún. Por supuesto que el acompañamiento psicológico es una herramienta valiosa para todas aquellas personas que lo necesiten para sus procesos, pero no para conocer su identidad.

 

 

¿Qué sentido tienen estos hombres que dicen que “ahora van a hacerse mujeres para tener más privilegios”? 

 

¡Qué privilegios, me encantaría saberlos!

 

Esta ley ha dividido al feminismo. ¿Hay grises en esta ley, o se reduce a estar a favor de los derechos para las personas trans o en contra? ¿Tú o en tus círculos has podido hacer la reflexión de qué ha llevado a parte del feminismo a no apoyar la Ley Trans? 

 

Mis amistades consideran que es una cuestión de clase social. Nosotras hemos sido siempre marginales y con unas condiciones sociales horrorosas, pero hay un feminismo conocido como ‘Terf’ muy enmarcado en la cultura burguesa y hablamos ahí del tema de los privilegios. Yo estoy de acuerdo, pero no del todo, ya que considero que también lo que está ocurriendo es que estas personas han desarrollado su feminismo en base al odio al sexo biológico masculino, por lo que personas como yo les repugnamos.

 

¿Qué le dirías a todas ellas? 

 

Sería muy asertiva y les diría que no somos ningún peligro para sus creencias ni para su estatus. Los movimientos, cuanto más fuertes y unidos, más consiguen, pero no solo para nosotras, sino para todas. No queremos quitarle nada a nadie, solo queremos tener el derecho de ser.  Les diría que dejen de ejercer la violencia que ejercen con nosotras y que ellas también han sido oprimidas, que no entendemos por qué oprimen ahora a otro colectivo. Les diría que aquí estamos, que seguimos en la lucha constante y que prime el amor, la autoestima y todo lo bonito que tiene la vida.

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